Los árboles proporcionan servicios ambientales como la captación de agua y producción de oxígeno; contribuyen a evitar la erosión del suelo y a disminuir los escurrimientos e inundaciones; capturan y almacenan dióxido de carbono (CO2), con lo que contribuyen a mitigar el cambio climático; también proporcionan alimento. Son fundamentales para la vida en el planeta, de ahí la importancia de proteger las superficies arboladas.
México tiene una superficie total de 195 millones de hectáreas, de las cuales los bosques (templados y tropicales) ocupan 65.7 millones (33.6 por ciento del total), con una alta biodiversidad y especies maderables valiosas.
Los árboles son parte de la arquitectura de las comunidades: muchas especies que no son arbóreas necesitan de su sombra para crecer, y sirven de hogar y refugio para diversos animales. “Si son talados, no sólo se mata al árbol, sino a muchos seres vivos que lo necesitan porque les provee de un microclima adecuado para su desarrollo”, advirtió Jorge Nieto Sotelo, investigador del Instituto de Biología (IB) de la UNAM.
Con motivo del Día del Árbol, que desde 1959 se conmemora el segundo jueves de julio, el universitario comentó que los árboles, sobre todo los de talla grande, son importantes en todos los ecosistemas naturales donde hay bosques: templados, tropicales, perenes o caducifolios, entre otros.
“En México tenemos bosques de todo tipo. Un estudio publicado en 2014 por José Luis Villaseñor, del Departamento de Botánica del IB, a partir de bases de datos y herbarios que contienen información de todas las plantas del país, determinó que existen al menos 23 mil 500 especies vegetales, de las cuales aproximadamente cuatro mil 200 son arbóreas. En el planeta, al menos la tercera parte de las especies vegetales son árboles”.
En nuestro territorio, el ecosistema de mayor diversidad es el de bosques templados. El Valle de México es una de las zonas urbanas más grandes del mundo, y está enclavada en uno de los ecosistemas más diversos del país, “hecho del que ni el ciudadano común, ni los mismos biólogos, se han percatado”.