Ciudad de México; 7 de febrero de 2022.- Las parejas entre humanos y robots ¿Serán la relación perfecta ? Los científicos de la UNAM responden el dilema.
La escena entonces lejana y ficticia contenida en filmes, literatura y música de una relación afectiva entre humanos y robots, cada vez se aproxima más, aunque no en un futuro inmediato.
De acuerdo con el fundador y titular del Laboratorio de Biorobótica en la Facultad de Ingeniería (FI) de la UNAM, Jesús Savage Carmona, para que ocurra lo anterior se requiere que sus sistemas evolucionen y se hagan más complejos, a fin de que sean entes “conscientes o semiconscientes”, y que se posibilite esa relación.
“Solo podremos considerar este acercamiento cuando tengamos y definamos cómo ‘llevar’ esa ‘conciencia’ y qué sitio cerebral se activa para indicar que un ente es ‘consciente’; creo que lo vamos a hacer, no quiero predecir, pero puede llevar 30 años, 100 años, no lo sé”, afirmó.
Primero debemos definir qué es el afecto para poder decir “mi robot me quiere”; se posibilita a través de la ciencia, podemos simular eso, por supuesto que lograríamos hacer que responda, me mire y considerar que manifiesta una emoción al verme, pero debemos dejar claro que eso es totalmente artificial, puede considerarse en apariencia realista, pero no es indicativo que lo haga en forma natural: “es mentira eso que te muestra”.
Savage Carmona, especialista en robots móviles y agentes inteligentes, explicó lo anterior a propósito de las versiones difundidas en el mundo sobre parejas “establecidas” entre humanos y autómatas en el continente asiático.
“Desafortunadamente se ha extrapolado la información sobre lo que ocurre, ha habido casos de robots como ‘Sofía’ que hasta le fue otorgada la nacionalidad en Arabia Saudita, incluso cuenta con pasaporte para viajar, pero en realidad la robot no tiene conciencia, es un autómata, que aun con cierta autonomía, alguien controla”, explicó.
Esto puede atribuirse, continuó, a que en las culturas orientales, específicamente en Japón, hay una creencia de que los objetos tienen alma, una lámpara, por ejemplo, y aunque sea a un nivel comercial y minúsculo, ahí estuvieron hace unos años los denominados “Tamagotchis”, o mascotas virtuales.
Existe una cierta familiaridad atribuida a los objetos, aunque no de manera generalizada, lo podemos corroborar con los asistentes virtuales inteligentes como “Alexa” y “Siri”, o el ayudante de Google, que la gente les comienza a tomar afecto, incluso les hablan con cierta entonación. Para el experto universitario, es el afecto y la interacción humana tal vez lo que realmente se está perdiendo.
En el capítulo uno de “Yo, Robot”, del escritor ruso Isaac Asimov (1950, Editorial De Bolsillo, en español), se describe la fascinación que ha ejercido en la humanidad este “aparato fabricado por el humano, capaz de detectar, comprender e interactuar con su entorno”.