El Nearshoring podría ser una nueva oportunidad de desarrollo interno para México. Expertos de la #UNAM plantean que una estrategia eficaz podría ser el motor para el crecimiento de la economía nacional.
En medio de un entorno geopolítico desafiante, México podría encontrar en el nearshoring una valiosa oportunidad para fortalecer su desarrollo interno. Este fenómeno, que implica la reubicación de cadenas de suministro más cerca de los mercados de consumo, ha cobrado relevancia debido a las recientes políticas de Estados Unidos enfocadas en la resiliencia de sus cadenas productivas. Según Lorena Rodríguez León, directora de la Facultad de Economía de la UNAM, esta estrategia podría ser un motor para el crecimiento nacional si se adoptan las medidas adecuadas desde el gobierno y la iniciativa privada.
Rodríguez León subrayó que, aunque el acceso a los grandes mercados internacionales es importante, no basta por sí solo para impulsar el progreso. «La clave estará en diseñar políticas públicas y estrategias empresariales que traduzcan el nearshoring en beneficios reales para el país», afirmó.
El contexto actual se torna más complejo con las amenazas de Donald Trump, quien podría implementar medidas como el aumento de aranceles, la reducción de impuestos que elevaría el déficit fiscal, y la expulsión de inmigrantes. Estas políticas, advirtió Rodríguez León, tendrían implicaciones negativas, como un incremento en la inflación y problemas en el mercado laboral de sectores clave como la construcción y los servicios.
Por su parte, Gary Gereffi, experto en cadenas productivas regionales, señaló que estas serán un aspecto crucial en las negociaciones entre México y Estados Unidos, particularmente en el marco del T-MEC. Coincidió en que la integración económica de la región norteamericana es una ventaja estratégica que no debe subestimarse.
Jorge Mario Martínez Piva, especialista en comercio internacional, añadió que para aprovechar al máximo el nearshoring, México necesita una gran capacidad institucional. Esto incluye desde la mejora en infraestructura logística hasta el fortalecimiento de las condiciones para la inversión extranjera y nacional.
Un ejemplo tangible de estas oportunidades es el desarrollo de la industria de autos eléctricos, que podría consolidarse como un motor económico si las políticas binacionales logran alinear intereses y fortalecer la colaboración regional.