Jue. Nov 21st, 2024
Adictos a los videojuegos invierten alrededor de 7 horas al día.

Los videojuegos en línea no son malos, su riesgo radica en el tiempo que se dedica a ellos. Los usuarios invierten más de siete horas al día, hasta el punto de volverse adictos, dejando de lado actividades cotidianas, afirmó Jaime Eduardo Calixto, académico de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.

El universitario alertó que un detonante para esa actividad es la poca retroalimentación de los padres con sus hijos para limitarlos. Como ocurre con cualquier dependencia, la edad en que se inicia este proceso es entre los ocho y 15 años, periodo en que el cerebro no tiene las conexiones neuronales específicas para decir ‘no’; en consecuencia, el adicto se entrega totalmente a hacer o terminar el juego que está pendiente.

“La edad es un punto importante, porque la región donde construimos el freno social, la corteza prefrontal, no está conectada durante la niñez y adolescencia; hay inmadurez cerebral. Jugar nos genera satisfactores y no tener un freno biológico y psicológico contribuye a no parar o posponer ese pasatiempo”, explicó.

Aunque es más común en niños y jóvenes, algunos adultos también sufren esta dependencia. Se considera adicción si por jugar se dejan de lado actividades cotidianas, surgen conflictos interpersonales o en el trabajo, se dejan de cumplir algunos objetivos trazados o se presentan conductas irritables cuando no se juega.

“Cada logro genera placer y empuja a buscar más metas, con mayor intensidad, lo que se refleja en el tiempo y frecuencia que se dedica a esta actividad”, sostuvo el también académico de la Facultad de Medicina.

No tener límites lleva al fenómeno denominado “Romeo y Julieta”: entre más intento de restricción, mayor apego. “Si se le dice al jugador que no dedique tanto tiempo, libera más dopamina; es un búmerandesafortunado”. Los adictos entran en esa dinámica, aunque saben que es un factor negativo.

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